José de Ribas, fundador de la ciudad de Odesa



Un español de visita en Odesa difícilmente se podría imaginar que una de las avenidas más céntricas de la ciudad, la Deribásovskaya (Дерибасовская = La Avenida de De Ribas), estuviese dedicada a un compatriota. Y lo está, pues el fundador en 1794 de Odesa fue precisamente José de Ribas y Boyons, hijo del Cónsul español en Nápoles, donde nació en 1749, y quien, al final de una vida azarosa, alcanzó el grado de almirante de la Marina rusa. 
 
El joven José comenzó su brillante carrera militar a los 16 años, y a los 20 ya era mayor del Ejército de Nápoles. Pero su vida cambió radicalmente cuando se encontró con Aleksey Orlov, agente ruso, hermano de Gregory, uno de los amantes de la zarina Catalina II de Rusia. Ésta había enviado a Aleksey a Italia para encontrar y devolver a Rusia a la "bella impostora Tarakanova" quien se hacía pasar por princesa rusa y nieta del zar Pedro I el Grande. El espía ruso vio en José a un joven educado, inteligente y muy bien relacionado, que podría ayudarle a cumplir su misión. Aleksey propuso al joven José unirse al servicio de Rusia como su ayudante e intérprete. Entre ambos urdieron una ingeniosa treta. José hizo que llegara a oídos de Tarakanova que Aleksey había caído en desgracia y sentía, por dicho motivo, un gran rencor hacia Catalina II. A la impostora le pareció ver una oportunidad para aumentar sus influencias contra la zarina. Aleksey y Tarakanova se encuentran, comprometiéndose, en principio, a apoyarse mutuamente y en matrimonio estratégico, poco después. La boda se celebrará a bordo del barco de Aleksey fondeado en el puerto de Livorno. Cuando Tarakanova aparece vestida de novia, el barco leva anclas rumbo a San Petersburgo, donde encierran a la impostora hasta su muerte.

Ya en Rusia, José de Ribas ingresa, a sus 23 años, voluntario en la Flota del Mar Negro como miembro de la nobleza española. Despliega con buena fortuna sus dotes de oficial en combate contra los otomanos y pronto es nombrado capitán, con destino en San Petersburgo, donde contrae matrimonio tres años más tarde con una hija ilegítima del Ministro de Construcciones de la zarina. Ésta asiste a la boda y será la madrina de las dos hijas del matrimonio, Sofía y Anna. 
 
En 1783, nueve años después de su llegada a San Petersburgo, entró al servicio del nuevo favorito de la reina, el Príncipe Grigori Potemkin. Algunos historiadores adjudican esta importante escalada a una íntima relación con la zarina, fruto de la cual nació en 1776 José I Sabir (Ribas, leído al revés). Acompaña a Potemkin al Sur de Ucrania, donde es ascendido a coronel y posteriormente a brigadier. Colabora con Potemkin en la conquista para Rusia de la península de Crimea, así como en la construcción de la nueva Flota del Mar Negro y su puerto base, Sebastopol. Reanudada la guerra con Turquía, tuvo una brillante actuación en la batalla naval del estuario del Dniéper, dejando en su camino más de un centenar de naves turcas destruidas o capturadas y tomando la isla de Berezan, lo que le valió el ascenso a general mayor y el mando de la recién creada flotilla de Lyman, la mitad de cuyos efectivos estaba compuesta por cosacos ucranianos. Con estos hombres participó en el asedio a la fortaleza de Ochákiv. Con la ayuda del General Aleksandr Sukórov y la de nueve columnas asaltaron la fortaleza, tomándola en una de las mayores masacres del siglo (murieron más de 40.000 turcos), lo que le valió ser considerado parte del selecto círculo de las águilas de Catalina, siendo premiado con una espada con diamantes y 800 siervos. 
 
Sus acciones habían dado a Rusia el control de las puertas de dos de los principales ríos de Europa y provocaron temor en los británicos al creer que los rusos accederían también al Mar Rojo para seguir la batalla contra los turcos. El invicto General Sukórov decía que, con un buen regimiento, José de Ribas sería capaz de conquistar Constantinopla.

En 1792 firmó el Tratado de Jassy como uno de los tres plenipotenciarios designados por Potemkin ante el imperio otomano para firmar la paz. En él se cedía a Rusia toda la orilla norte del Mar Negro. De Ribas fue nombrado contraalmirante y posteriormente vicealmirante, con lo que se puso fin a la insólita situación de un mando del ejército de tierra al frente de la flota. 
 
Después de más batallas y éxitos, en 1793, presenta ante la zarina el proyecto de una ciudad en las ruinas de la antigua Jadzhibey. En un decreto personal, Catalina le encomienda la construcción de lo que pasaría a ser Odesa, y el ya vicealmirante, tomando como modelos el urbanismo francés y las ciudades de Livorno, Génova y Nápoles, se pone manos a la obra, logrando finalizar su proyecto en el tiempo récord de dos años. En 1794 es nombrado gobernador de la ciudad y Catalina II la bautiza como Odesa en memoria de la antigua colonia griega Odissos que se asentaba en el lugar. Los primeros habitantes fueron cosacos, aunque muy escasos. Para atraer nuevos pobladores José de Ribas declaró que los que se establecieran en Odesa no pagarían impuestos y se les darían tierras para construir sus casas. En 1799 la ciudad ya contaba con más de 4.500 ciudadanos y con el tiempo Odesa se convirtió en uno de los puertos más importantes del Mar Negro.

Con la muerte de la zarina, el nuevo emperador Pablo I llama a San Petersburgo a José de Ribas, asignándole el puesto de informador sobre asuntos de Almirantazgo.

Una de las iniciativas del nuevo emperador fue la creación del Ministerio de Montes, y así el primer Ministro ruso de Montes de la Historia fue un español.

Posteriormente José de Ribas fue sometido a proceso por supuestas malversaciones en la fundación de Odesa. En la capital, De Ribas logró granjearse la confianza del Zar, por lo que los cargos fueron desestimados y sus propiedades y honores restituidos. Fue ascendido a almirante, aunque posteriormente fue víctima de conspiraciones palaciegas que lograron que fuera apartado de sus cargos en marzo de 1800. A raíz de esta destitución, contactó con los círculos de descontentos de la errática política de Pablo I y conspiró, junto con el vicecanciller Nikita Panin y el gobernador de San Petersburgo Piotr Alexéyevich Von Palen el acceso al trono de su hijo Alejandro, el heredero; pero estos planes fueron frustrados por la enfermedad que afligió a José de Ribas, unas fiebres crónicas de las que se había contagiado en campaña, falleciendo el 2 de diciembre de 1800. Muchas fuentes coinciden en manifestar que fue envenenado por Von Palen, ante el temor de éste de que José de Ribas en su delirio revelara los planes golpistas.

MAG/11.10.2014/16.03.2022

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