Feliks Edmúndovich Dzerzhinski, fundador de la Cheka (ЧК)

Feliks Edmúndovich Dzerzhinski (Феликс Эдмундович Дзержинский); (Dzierżynowie, 1877 - Moscú, 1926) fue un revolucionario comunista polaco, tristemente famoso como el fundador de la policía secreta bolchevique, la Checa (ЧК), agencia conocida por combatir a reaccionarios y mercenarios contrarrevolucionarios durante el llamado Terror Rojo y la Guerra Civil Rusa. Aristócrata polaco, nacido en 1877 cerca de Vilna en el distrito polaco de Oshmiansk, entonces parte del Imperio ruso.

De adolescente quería ser jesuita pero abandonó su fe católica cuando contactó con los marxistas del Partido Socialdemócrata Lituano en 1895. Alumno rebelde en el Instituto, tuvo roces permanentes con la dirección hasta que fue expulsado en 1896 por agitador sindicalista. Fue arrestado por las autoridades zaristas en 1897 y enviado a Siberia, de donde huyó. En 1900 fue co-fundador de la Socialdemocracia del Reino de Polonia y Lituania y vuelto a detener.

De nuevo escapó de la cárcel. Viajó a Berlin, donde conoció a Rosa Luxemburgo, convirtiéndose en colaborador y amigo. Abandonó Alemania para participar en la fallida Revolución rusa de 1905 La policía secreta rusa, Okhrana, lo encarceló hasta el año 1912, aunque poco duró su libertad, pues rápidamente fue encarcelado en Moscú por persistir en sus actividades revolucionarias.

Dzerzhinski pasó 11 años en las cárceles zaristas, donde contrajo tuberculosis y en una de las prisiones, la de Orel, fue torturado. Su entrega por una causa que creía debía acabar con el sistema que consideraba opresor e injusto le permitió sobrellevar las largas condenas. En la Revolución de Febrero de 1917 fue liberado de la cárcel moscovita de Butyrka por los bolcheviques.

Entre las revoluciones de febrero y octubre, alternó una gran actividad como agitador en Moscú y Petrogrado con periodos de enfermedad por su delicada salud después de años de cárcel y exilio. Junto con otros bolcheviques, formó parte del Comité Militar Revolucionario de Petrogrado (CMR) que dirigió las actividades de derrocamiento del Gobierno provisional durante la revolución de Octubre.

A Dzerzhinski se le encargó la toma de la oficina central de Correos y Telégrafos, que quedó sometidas a la autoridad del Sóviet de Petrogrado pocas horas más tarde, sin que se produjesen víctimas. La seguridad del Instituto Smolny, sede del Sóviet y de CMR, quedó en manos de Dzerzhinski. Aunque se le concedió al mismo tiempo un importante cargo en la nueva Comisaría de Interior, su actividad se concentró en las tareas de represión de la contrarrevolución y del bandidaje en la capital en el CMR. Como miembro del CMR, firmó diversas órdenes y decretos relacionados con la seguridad del nuevo régimen (armamento de las milicias fieles al nuevo Gobierno, arresto de sus opositores, reorganización de la Guardia Roja de la ciudad, etc) Lenin estaba obsesionado con la Revolución Francesa, a la que consideraba precedente y madre nutricia de la rusa. Quería encontrar un "sólido jacobino revolucionario" que supiese estar a la altura de una empresa tan ambiciosa como la de demoler hasta los cimientos la contrarrevolución. Ese jacobino iba a ser, por méritos contrastados, Feliks Dzerzhinski. 

El 20 de dicembre de 1917 le fue encomendada a Dzerzhinski la creación y dirección de la “Comisión Extraordinaria para toda Rusia para combatir la contrarrevolución y el sabotaje”, conocida por sus siglas de Chrezvychainaya Komissiya como Checa (en ruso Cheká, ЧК — Чрезвычáйная Комиссия). Heredera de la Okhrana zarista, fue la primera de las organizaciones de inteligencia política y militar soviética. Las demás fuerzas políticas, incluyendo a mencheviques y socialistas revolucionarios, fueron prohibidas y perseguidas. Lenin concedió a la Cheka ingentes recursos y a Dzerzhinski amplísimos poderes para combatir la oposición. Su cometido era «suprimir y liquidar», con amplísimos poderes y casi sin límite legal alguno, todo acto «contrarrevolucionario» o «desviacionista». Se aplicaban medidas tales como confiscación, privación de la cartilla de racionamiento, publicación de listas de enemigos del pueblo, … .

Son tristemente famosos sus abusos de los derechos humanos a gran escala, entre los que se incluyen las ejecuciones sumarias en masa. Y a medida que la Guerra Civil rusa se extendía, Dzerzhinsk organizó tropas de seguridad interna para reforzar su autoridad. La primera acción de la Checa fue aplastar una huelga de funcionarios en Petrogrado y la primera gran redada, realizada en la noche de 11 al 12 de abril de 1918, tuvo como objetivo a un grupo anarquista y se ejecutó con una inusitada dureza: con más de mil policías chequistas se efectuó el asalto de unas veinte casas de anarquistas en Moscú, con 520 detenidos, de los cuales 25 fueron ejecutados como «bandidos», un término que se generalizó a partir de entonces para aplicarlo a cualquier persona susceptible de oponerse al régimen soviético. 

Pese a que la pena de muerte había sido abolida en la Revolución de febrero de 1917, fue temporalmente reinstaurada tras la primera conferencia panrusa de checas (8 al 11 de junio de 1918) y comenzó a ser aplicada por la Checa de forma inmediata y generalizada. Decenas de miles de rivales políticos fueron asesinados sin juicio previo en los sótanos de las cárceles y en las plazas públicas a lo largo y ancho de Rusia. Pero también intelectuales, industriales, banqueros y sacerdotes sólo por el mero hecho de serlo. Los chequistas practicaban la tortura sistemáticamente y reservaban muertes atroces para los detenidos. Aplicaban el manual completo de tormentos medievales: desollamiento, crucifixión, empalamiento, lapidación, horca... No había especialidad que los agentes de Dzerzhinski ignorasen. Para atemorizar a la población civil organizaban espeluznantes ejecuciones públicas en las que desplegaban gran creatividad homicida. En las provincias del norte solían desnudar a los presos y verter sobre ellos agua que, a 30 grados bajo cero, se congelaba rápidamente formando estatuas de hielo vivientes. En ocasiones colocaban un tubo en la boca de los reos y deslizaban una rata sobre él para que ésta, azuzada por un tizón que el verdugo ponía en el otro extremo del tubo, desgarrase la garganta de los condenados hasta provocarles una espantosa muerte. El fusilamiento era quizá el más benévolo de sus veredictos. Nadie estaba a salvo. Cualquiera mayor de ocho años era condenable al paredón. Las ejecuciones tenían que ser masivas y públicas para infundir un temor casi religioso entre los aldeanos. En aquella guerra sin cuartel iba a ser el miedo a una represalia siempre inhumana el mejor aliado de los bolcheviques. 

La prensa del régimen se hacía eco de las proezas que la Cheka iba perpetrando por Rusia en cuidadas historias de portada que ponían los pelos de punta a cualquiera. El propio Dzerzhinski alardeaba de que el Terror Rojo implicaba detenciones y exterminio de los enemigos de la revolución en base a su pertenencia a una clase o por su papel en la sociedad previa a la Revolución. Decía también que el Terror Rojo no era nada más que la expresión del deseo inflexible de los campesinos y del proletariado más pobre de aplastar todos los intentos de levantarse contra nosotros. En realidad, el Terror Rojo era necesario para que los bolcheviques, que habían recibido menos del 25%de los votos en las elecciones de la Asamblea Constituyente celebrada poco después de la Revolución de Octubre, se mantuviesen en el poder porque no tenían suficiente apoyo popular. 

El crecimiento de la policía chequista fue exponencial y sembró el terror en lugares como Ucrania, la región del río Don y Crimea: en junio de 1918 ya contaba con cuarenta y tres secciones que agrupaban a 12.000 efectivos, a finales de año ya eran 40.000 y a finales de 1920 superaban los 280.000. 

En verano de 1918 se produjo la rebelión de las socialistas-revolucionarios de izquierda. Presentaron cinco puntos entre los cuales estaban la supresión de las escuadras de requisa de trigo de la Cheka y la liquidación de la Cheka o policía secreta de Dzerzhinski. Con la ayuda de unos cuantos pelotones de soldados y de un destacamento rebelde de la Cheka, los socialistas revolucionarios de izquierda secuestraron a Dzerzhinski. Se adueñaron de edificios públicos. Pero Lenin actuó con rapidez y movió en poco tiempo a los obreros comunistas, bajo mando de su leal guardia letona, que antes había comandado Dzerzhinsk. La decidida acción de todos ellos permitió el restablecimiento del orden y la liberación indemne de Dzerzhinski. La campaña de represiones masivas se inició oficialmente como represalia por el asesinato del líder de Moiséi Uritski, brazo derecho de Dzerzhinsk, y del intento de asesinato contra Lenin de Fanni Kaplán el 30 de agosto de 1918. Quinientos «representantes de las clases derrocadas» fueron ejecutados de inmediato por el gobierno comunista bolchevique tras el asesinato de Uritski. 

Mientras se recuperaba de sus heridas, Lenin dictó: «Es necesario, secretamente y urgentemente preparar el terror». Sus métodos de represión no se limitaron a detenciones y fusilamientos en masa (tan solo en Yaroslavl se fusilaron a 428 personas entre el 14 y el 18 de julio de 1918), sino que utilizaron profusamente la tortura y atrocidades tales como arrojar prisioneros a altos hornos o al mar, e incluso castraciones y decapitaciones. A pesar del impresionante número de muertes que se le atribuyen a Dzerzhinski, sólo hay constancia de una muerte causada por su mano. En 1918 un marinero de la Cheka entró completamente ebrio en el despacho de Dzerzhinski y cuando éste le avergonzó su estado, el marinero le respondió insultando gravemente a todos los familiares de Dzerzhinski, quien con una expresión maliciosa desenfundó su pistola y disparó causándole la muerte. 

Tras el fin de la guerra civil en 1920, Dzerzhinski promovió la construcción de hogares para los niños huérfanos. En abril de 1921 Dzerzhinski fue nombrado comisario de Transportes, dedicándose, con gran habilidad organizativa, a la reconstrucción de la red ferroviaria nacional, y en 1922 Ministro del lnterior, teniendo a la Cheka bajo su control, y Jefe del Consejo Supremo de Economía Nacional, la Vesenkha.

Feliks Edmúndovich Dzerzhinski falleció en Moscú de un ataque al corazón el 20 de julio de 1926, poco después de concluir su discurso de unas dos horas de duración en el Comité Central Bolchevique en cual denunciaba violentamente a la Oposición de Izquierda liderada por León Trotsky, Gregory Zinoviev y Lev Kamenev. El nombre e imagen de Dzerzhinski fueron utilizados con fines propagandísticos por la Unión Soviética. Seis ciudades fueron bautizadas con su nombre. También la fábrica de Tractores de Stalingrado, escenario de una de las batallas más sangrientas en la Segunda Guerra Mundial. La URSS le supo agradecer los servicios prestados erigiendo una monumental estatua de 15 toneladas esculpida en hierro en la plaza Lubianka, delante de su verdadero hogar, la "Gran Casa", la de la Cheka. 

La polémica sobre la personalidad de Dzerzhinsk prosigue hasta hoy: mientras el monumento en su honor de la plaza Lubianka fue derribado en agosto de 1991 por la acción popular durante el fallido intento de golpe de Estado en la Unión Soviética, el gobierno ruso de Vladímir Putin ha repuesto su estatua en el Ministerio del Interior. El gobierno pro-ruso de Bielorrusia ha erigido un monumento en su recuerdo y en su ciudad natal, hoy en Bielorrusia, existe un museo dedicado a Dzerzhinski. Por otro lado, en Polonia las masas también derribaron su estatua erigida en el centro de Varsovia y cambiaron el nombre de todas las calles bautizadas en su honor, siendo condenado como "traidor" por la mayor parte de la historiografía polaca. 

Dzerzhinski fue un hombre fanático e histérico. Su energía se mantenía en tensión por medio de constantes descargas eléctricas. Por insignificante que fuese la cuestión que se discutía, montaba en seguida en cólera. Lenin lo consideraba un héroe de la Revolución y lo comparaba con un caballo de pura sangre. Sin embargo, Dzerzhinski era temido por la población y por muchos de los dirigentes bolcheviques. El temor que despertaba llegaban a sentirlo hasta los Comisarios del Pueblo. Su apodo era "Félix de Hierro”. Creía encontrarse en un gran combate entre «los más desgraciados y abandonados» y el «mundo de los ricos y opulentos». 

MAG/29.04.2016/13.01.2022

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