Ilyá Ehrenburg
Ilyá Grigórievich (Gírshevich) Ehrenburg (Илья́ Григо́рьевич (Ги́ршевич) Эренбу́рг), nació en Kiev (Imperio ruso) el 27 de enero de 1891, en el seno de una familia judía no practicante. Ilyá conoció los ritos del judaísmo por su abuelo materno. Su padre, ingeniero, fue contratado como director de una fábrica de cerveza en Moscú, a donde se trasladaron en 1895.
Estudió en el Primer Gymnasium moscovita, donde conoció a Nikolái Bujarin. Ambos, todavía estudiantes de Secundaria, participaron activamente en las violentas manifestaciones durante la revolución de 1905. Ehrenburg se unió a un grupo bolchevique clandestino, dedicándose a la distribución de periódicos del partido y a pronunciar discursos en fábricas y cuarteles. En 1907 fue expulsado del Gymnasium y poco después es arrestado por la policía secreta zarista. Pasó cinco meses en prisión, donde fue torturado.
En 1908 sale de la cárcel, en espera de juicio, y huye a París, donde Lenin se encontraba en aquellos momentos. Allí se relacionó con los emigrados revolucionarios rusos y publicó sus primeros poemas, de tendencia simbolista, bajo la influencia de las obras de Paul Verlaine, Francis James y Konstantín Bálmont, y además se hizo amigo de Pablo Picasso, Guillaume Apollinaire y Fernand Léger.
En 1910 se casa con Ekaterina Schmidt, con quien tuvo una hija, Irina. Se divorcia en 1913 y comienza a colaborar con varios periódicos rusos, siendo corresponsal durante la Primera Guerra Mundial. Regresó a su país en 1917, tras el triunfo de la Revolución de Octubre, viviendo inicialmente en Kíev, donde trabajó como profesor. Tras una serie de pogromos en la ciudad, huyó a Koktebel en Crimea, a la casa de su amigo Maximilian Voloshin. Se trasladó a Moscú, siendo arrestado por la Cheka aunque pronto fue puesto en libertad. Traba amistad con Vládimir Mayakovski, Marina Tsvetáyeva, Serguéi Yesenin y Boris Pasternak. Publicó su poema “Rezo por Rusia”. Viajó a Georgia con Osip Mandelstam.
En 1919 se casó con su prima Liubova Kozintseva, de la que también tuvo una hija.
Ehrenburg participó directamente en la guerra civil en Ucrania, pero el rechazo que le provocó el bolchevismo hizo que decidiese y, lo más insólito, consiguiese abandonar el país en 1921 para “dedicarse a la literatura” e instalarse en Europa como ciudadano soviético corresponsal del periódico soviético Izvestia.
Critica las medidas económicas adoptadas por Lenin en 1921 (la Nueva Política Económica o NEP) para paliar los desajustes provocados por la "economía de guerra", que toleraron el mantenimiento transitorio de formas económicas de tipo capitalista. Se traslada a Berlín y poco después a Bruselas. Publicó entonces la que habría de convertirse en la más célebre -y por él más estimada- de sus obras en prosa: Las extraordinarias aventuras de Julio Jurenito, sátira filosófica y mordaz de la civilización europea. La crítica del mundo occidental con intención desmitificadora constituyó también el tema de Trece pipas (1923) y El trust D. E. y la historia de la decadencia de Europa (1923), mientras que, contemporáneamente, otras novelas como La vida y el peligro de Nicolás Kurbov (1923) o El amor de Juana Ney (1923) denunciaron los peligros que corría el libre desarrollo de la personalidad individual en una sociedad que el nuevo régimen soviético amenazaba.
Regresó de nuevo a la Unión Soviética en 1924 y, durante unos años, participó en las actividades de los círculos literarios de Moscú. Publicó El aprovechado en 1925 y dos años más tarde El callejón Protochni, contraponiendo los grandes ideales revolucionarios del socialismo frente al espíritu mezquino. En 1934 durante el I Congreso de la Unión de Escritores Soviéticos en Moscú se opuso a las tesis de Máximo Gorki que propugnaba la doctrina del realismo socialista.
Comprometido en la lucha antifascista, vivió como corresponsal de Izvestia la guerra civil española, pasando largos periodos en los diversos frentes, hasta el final de la contienda. Escribió Corresponsal en España, Aquello que ocurre al hombre y España, República de trabajadores. Sus libros No pasarán (1936) y Guadalajara: una derrota del fascismo (1937) fueron muy valorados por los comunistas.
Sobre la presencia soviética en la guerra civil española, Ehrenburg se detiene en la aportación de las Brigadas Internacionales, de los militares y traductores soviéticos, pasando de puntillas sobre la activa y a veces sangrienta intervención soviética en los asuntos españoles. Por otro lado, hoy es bien sabido que, al igual que las celebraciones con motivo del centenario de la muerte de Pushkin, la lejana y romántica contienda española servía de pantalla para poner en sordina los famosos Procesos de Moscú, juicios que se llevaron por delante en 1937 a lo que quedaba de la oposición a Stalin; entre ellos, al amigo y protector de Ehrenburg, Nikolái Bujarin (a cuyo juicio se vio obligado a asistir). Para el autor, la contienda española era el preámbulo del gran asalto del fascismo en Europa.
Al comienzo de la invasión nazi a la Unión Soviética, Ehrenburg se incorporó como corresponsal de guerra del periódico del ejército soviético, Estrella Roja, llegando a escribir medio millar de artículos en cuatro años, muchos de los cuales fueron publicados en otros medios soviéticos. Ehrenburg se hizo célebre por su apología de la violencia más extrema en respuesta a la de los alemanes durante la Operación Barbarroja. En 1942 escribió: «a partir de este momento hemos entendido que los alemanes no son humanos. ¡Maten! ¡Maten!. En la raza alemana no hay nada aparte de mal. ¡Acaben con la bestia fascista de una vez para siempre en su guarida!. Apliquen fuerza y rompan el orgullo racial de esas mujeres alemanas. Tómenlas como su despojo legal. ¡Maten! Cuando su asalto avance, ¡Maten, ustedes, bravos soldados del ejército Rojo!». Por estas soflamas, Ilyá Ehrenburg fue condecorado con la Orden de Lenin en 1944 y un año más tarde, Charles de Gaulle le nombró Caballero de la Legión de Honor.
Con el fin de incentivar el apoyo de la comunidad internacional a la Unión Soviética contra la Alemania nazi, un grupo de destacados judíos, entre ellos Ehrenburg, fundaron en 1942, bajo la tutela de las autoridades soviéticas, el Comité Judío Antifascista.
Ilyá Ehrenburg y Vasili Grossman fueron de los primeros en visitar los campos de concentración tras ser liberados por el ejército rojo. Ante el horror contemplado, acordaron denunciar el Holocausto reuniendo informes entre 1943 y 1946 sobre la masacre nazi de los judíos en Europa oriental. Ehrenburg fue el primero en fijar en seis millones la cifra de judíos asesinados por los nazis y para una mayor sensibilización de los donantes estadounidenses mostraba unas pastillas de jabón que él engañosamente decía estaban hechas con grasa de judíos. Con una participación sustancial y el apoyo de las organizaciones y personalidades judías estadounidenses (incluyendo a Albert Einstein) fue diseñado el Libro negro, con Ehrenburg y Grossman como editores, programado para un lanzamiento simultáneo en los EE.UU. y la Unión Soviética. Sin embargo, la censura soviética consideraba que los informes sobre las víctimas y los combatientes judíos eran una aberración nacionalista, y en 1947 el jefe de propaganda de Stalin vetó su publicación. El libro no fue publicado hasta 1970 y no en Moscú sino en Jerusalén.
Al finalizar la guerra, Ehrenburg se convirtió en una personalidad destacada del régimen soviético y, sin ser nunca miembro del Partido Comunista, fue nombrado diputado del Soviet Supremo.
En 1952 recibió el Premio Lenin de la Paz. A finales de este año se hizo público “el complot de las batas blancas”, según el cual, siguiendo el viejo modelo de las purgas iniciadas por Stalin, algunos médicos —la mayoría de origen judío— se habían propuesto asesinar a la cúpula del partido. Entonces, a algunos prohombres con apellidos judíos se les conminó a firmar una carta en que se venía a decir que, a pesar del merecido castigo que debía caer sobre los culpables y sus inductores, no todos los judíos rusos eran desleales. Ehrenburg fue de los pocos que se negaron a firmar esta carta (a diferencia de Vasili Grossman, que recogerá fielmente este vergonzoso episodio en su novela Vida y destino). Pero no solo hizo esto Ehrenburg, sino que redactó una carta de respuesta a Stalin, el verdadero instigador de la operación, mostrando al gran dictador el carácter contraproducente tanto de la carta que se les proponía firmar como del hecho de que se persiguiera a unos ciudadanos por su origen. Afortunadamente Stalin resolvió con su oscura muerte el previsible final de esta historia.
Tras la muerte de Stalin, actuó en favor de la rehabilitación de los intelectuales condenados por el régimen soviético, publicando un ensayo, Sobre el trabajo del escritor (1953), y una novela alegórica sobre los abusos y la opresión del régimen de Stalin, El deshielo (1954-1956), cuyo título pasó a ser emblemático del período 1953-1964. En 1954 viajó a Chile donde visitó a Pablo Neruda, a quien había conocido en París en 1937.
En sus seis volúmenes de memorias, Gentes, años, vida (1961-1965), Ehrenburg prosiguió su campaña en pro de rehabilitar en la Unión soviética el arte occidental, desde el impresionismo y el cubismo hasta la poesía y el cine, así como las personalidades de los intelectuales y artistas que habían sido víctimas de las purgas estalinistas (I. Babel, O. Mandelstam, M. Tsvetaieva, M. Volochine, V. Meyerhold, etc.).
En 1963, con el fin del "deshielo", Ehrenburg fue objeto de la censura oficial, aunque siguió disfrutando de una posición relevante en los círculos literarios hasta su muerte. Otras obras del autor, dignas de mención, son Y sin embargo se mueve, Fábrica de sueños, El segundo día de la creación, La vida agitada de Lásik Roitswantz y La conspiración de los iguales.
A lo largo de su vida caminó sobre una estrecha línea entre adulador político y disidente, en ocasiones con manifestaciones propias de un psicópata. La vida del escritor, de unos 100 libros, estuvo marcada por la ambivalencia y zigzags. En el fondo no era un bolchevique, pero su voluntad de servir al régimen comunista no solo lo protegió, sino que también lo puso en condiciones de ayudar a sus amigos y compañeros artistas que habían entrado en conflicto. Cuando Stalin firmó un pacto de no agresión con Hitler en 1939, Ehrenburg estaba tan angustiado que por ocho meses no pudo tragar alimentos sólidos. Sin embargo, cuando, en junio de 1941, Alemania declaró la guerra a la URSS, asumió el papel de mantener la moral del ejército rojo en el frente como corresponsal de guerra.
Ilyá Ehrenburg dejó un testamento en el que expresaba su deseo de que todos sus bienes y obras fueran trasladados a Israel 20 años después de su muerte. Ehrenburg fue aclamado por la prensa israelí como un “patriota judío” pese a que él siempre se hizo pasar como ciudadano soviético.
Ilyá Ehrenburg falleció en Moscú en 1967, siendo enterrado en el Cementerio Novodévichi. Sobre la tumba figura su perfil según un retrato dibujado por su amigo Picasso.
MAG/22.04.2017/31.03.2022
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